Dejo que el afilado acero se deslice lentamente a través de la débil carne de mi brazo. Dibujo en rojo mi dolor, y dejo que fluya libre. Con la primera gota que corre por mi piel tengo tinta para unas líneas. La plumilla viola lentamente el blanco puro del papel, ahora desgarrándose con mis poéticos desvaríos.
Pero volvamos a los desvaríos. Desvaríos. Digo mucho esta palabra. Quizá porque desvaríos es lo que más ronda por mi cabeza. Desvaríos.
Hoy quiero ser libre de las ataduras que yo mismo forjé.Y me paro a pensar mis propios desvaríos. Son desvaríos, ¿no? ¿Para qué los pienso?... Quizá porque realmente es una manera de no pensar en la realidad, que no acaba de convencerme del todo. Será el guión, que ya me lo conozco. Será la dirección de fotografía, igual, que no es la mejor.
Hoy quiero ser sólo uno más en tu lista de errores.
Hoy quiero tener oportunidades que sé que no tengo.
Y las quiero todas. Me da igual no poder abarcarlas.
Es más, algunas las quiero solamente para rechazarlas.
Para ver si soy capaz de rechazarlas.
Pero volvamos a los desvaríos. Desvaríos. Digo mucho esta palabra. Quizá porque desvaríos es lo que más ronda por mi cabeza. Desvaríos.
¿Sabes?, en el fondo no tengo dignidad alguna.Si alguna vez he creído tenerla, desde luego, han sido delirios de grandeza. Delirios que con el tiempo se han ido llevando mi cordura. Delirios que se han ido dibujando en mi cuerpo al desaparecer. Por cada delirio ido, una línea roja más en mí. Un tatuaje más que ocultar.
Nunca la tuve.
Píntame. Píntame de rojo.Todo ese dolor, la mitad del cual estoy seguro que ni eres consciente. ¿O lo eres? No, claro que no lo eres. Quizá sí de alguna parte, pero de todo lo que me has hecho llorar, de todo lo mal que me has hecho pasar... lo dudo. Y nunca lo sabrás, esa es la mejor parte.
Píntame de rojo y cierra los ojos.
Ciérralos y simula no ver el dolor que tengo imprimado.
El dolor que he recibido por mi culpa.
El dolor que me han marcado a fuego.
El dolor que me has provocado.
"Recuerdo una noche de mi pasado.Ya no soy capaz de crearme ni mis propios desvaríos. He llegado a un punto de patetismo increíble. Aprieto con fuerza mi brazo, intentando retener mi vida dentro de mí. Aprovecho una última gota que queda fuera para dar final a mis desvaríos.
La noche en que recibí la puñalada en la espalda.
Y todo está volviendo de nuevo.
Y siento el dolor de nuevo.
Te aborrezco, te condeno.
¿Por qué? Porque este dolor nunca terminará.
Conseguiste salir de esto sin un rasguño.
Y ahora caminas sobre un sino afortunado.
Me río... pero por si acaso, vigila tu espalda.
Estoy tan vacío..."
Nunca podrás ver el dolor tras mis ojos.
Nunca sabrás ver el ansia en mis labios.
Nunca te dejaré ver las cicatrices en mi corazón.