viernes, 3 de julio de 2009

Paint it Red

Dejo que el afilado acero se deslice lentamente a través de la débil carne de mi brazo. Dibujo en rojo mi dolor, y dejo que fluya libre. Con la primera gota que corre por mi piel tengo tinta para unas líneas. La plumilla viola lentamente el blanco puro del papel, ahora desgarrándose con mis poéticos desvaríos.
Hoy quiero ser libre de las ataduras que yo mismo forjé.
Hoy quiero ser sólo uno más en tu lista de errores.
Hoy quiero tener oportunidades que sé que no tengo.
Y las quiero todas. Me da igual no poder abarcarlas.
Es más, algunas las quiero solamente para rechazarlas.
Para ver si soy capaz de rechazarlas.
Y me paro a pensar mis propios desvaríos. Son desvaríos, ¿no? ¿Para qué los pienso?... Quizá porque realmente es una manera de no pensar en la realidad, que no acaba de convencerme del todo. Será el guión, que ya me lo conozco. Será la dirección de fotografía, igual, que no es la mejor.

Pero volvamos a los desvaríos. Desvaríos. Digo mucho esta palabra. Quizá porque desvaríos es lo que más ronda por mi cabeza. Desvaríos.
¿Sabes?, en el fondo no tengo dignidad alguna.
Nunca la tuve.
Si alguna vez he creído tenerla, desde luego, han sido delirios de grandeza. Delirios que con el tiempo se han ido llevando mi cordura. Delirios que se han ido dibujando en mi cuerpo al desaparecer. Por cada delirio ido, una línea roja más en mí. Un tatuaje más que ocultar.
Píntame. Píntame de rojo.
Píntame de rojo y cierra los ojos.
Ciérralos y simula no ver el dolor que tengo imprimado.
El dolor que he recibido por mi culpa.
El dolor que me han marcado a fuego.
El dolor que me has provocado.
Todo ese dolor, la mitad del cual estoy seguro que ni eres consciente. ¿O lo eres? No, claro que no lo eres. Quizá sí de alguna parte, pero de todo lo que me has hecho llorar, de todo lo mal que me has hecho pasar... lo dudo. Y nunca lo sabrás, esa es la mejor parte.
"Recuerdo una noche de mi pasado.
La noche en que recibí la puñalada en la espalda.
Y todo está volviendo de nuevo.
Y siento el dolor de nuevo.

Te aborrezco, te condeno.
¿Por qué? Porque este dolor nunca terminará.
Conseguiste salir de esto sin un rasguño.
Y ahora caminas sobre un sino afortunado.
Me río... pero por si acaso, vigila tu espalda.

Estoy tan vacío..."
Ya no soy capaz de crearme ni mis propios desvaríos. He llegado a un punto de patetismo increíble. Aprieto con fuerza mi brazo, intentando retener mi vida dentro de mí. Aprovecho una última gota que queda fuera para dar final a mis desvaríos.
Nunca podrás ver el dolor tras mis ojos.
Nunca sabrás ver el ansia en mis labios.
Nunca te dejaré ver las cicatrices en mi corazón.

martes, 7 de octubre de 2008

Memoria olvidada

Memoria, ven a mi lecho,
hazme olvidar todo el tiempo,
hazme olvidar sentimientos.

Deja que cierre los ojos,
que me hunda en un sueño eterno,
haz terminar mi lamento.

Memoria, cántame lento,
susúrrame mi tormento,
susúrrame pero en verso.

Si pienso en tí un momento,
lágrimas caen sin remedio,
lágrimas caen y lo siento.

Memoria, huye en mis sueños,
no quiero ya más recuerdos,
no quiero ya estar despierto.
Íbiel B. Burgos

miércoles, 16 de enero de 2008

Pequeñas frases célebres

Te echo de menos como menos te imaginas.
Íbiel B. Burgos

Loving Everything, It Remains Essential.
Íbiel B. Burgos

miércoles, 2 de enero de 2008

Cosas que nos callamos

Hay veces que nos callamos algunas cosas. Bien sea por respeto, o porque no hay la confianza necesaria, bien porque son frases de un amor no correspondido, o por falta de valor. Una vez llegados al punto en el que esa frase suena en la mente pero los labios no la reproducen, la razón es irrelevante; lo que importa es esa cantidad de palabras que se perderá en el olvido por no haber salido al aire, por no haber construído lo que seguramente habría sido un momento inolvidable, ya sea para bien o para mal. Ciertamente, nadie se libra de haber callado cosas a veces, yo como el que menos, además. Pero, había ciertas cosas que no quería que cayesen en el olvido. Ha habido cosas, Leire, que esta tarde me he callado. Y no quiero olvidarlas, ni que se queden silenciadas. No son grandes frases, ni son pensamientos treméndamente profundos. Pero han sido mis momentos favoritos de la tarde... quizá por el hecho de no saber qué habría pasado de haber soltado esas palabras.

"¿Ya puedes respirar?", recuerdo que me has dicho. Estábamos cinco en el coche y ciertamente estábamos algo apretaditos.
"No cuando te miro", he pensado. Y es cierto, esos labios, esos ojos, me dejan sin respiración. Pero no he tenido el valor de decirlo (¿de qué habría servido si no me correspondes?), y me he limitado a asentir débilmente y apartar la mirada a la ventanilla.

"Que te sea leve" he escrito en el mensaje de texto ". Un beso." Y con eso me he conformado. He estdo dudando largo rato de si poner "Que te sea leve. Te quiero. Un beso", pero nuevamente habría sido en vano.

"Ese es mi objetivo" decías con una sonrisa ", que te desenamores de mí."
Y yo lo recordaba más tarde y pensaba "¿No ves, pequeña, que cada vez que te veo, más te amo?".

Y sé que hay una más. Pero esa, desgraciadamente, sí ha caído en el olvido. Trataré de recordarla, pues sé que era una hermosa frase... hermosa como tú, Leire.